Únicamente iluminada por el flexo de la mesa, sentada, de espaldas a la puerta. Entré en mi habitación y así fue como me vi. Suspiré, pero Yo seguía sumida en quiénsabequé. Así que decidí romper el silencio.
-¿Se puede saber qué haces levantada a estar horas?
-Estudio matemáticas.
-¿Es que tienes un examen mañana y lo has dejado todo para el último día?
-No.
Yo y mis respuestas monosilábicas.
-¿Entonces?
-Es para no pensar.
Miró al cristal de la ventana un momento, buscando mi reflejo. Nuestra mirada se encontró.
Callé unos segundos y cada una se sumió en sí misma. O sea, en mí misma. Ella volvió a apoyar el lápiz en el papel.
-Comprendo. Yo voy a dormir ya y tú no te quedes despierta toda la noche, que mañana no quiero estar cansada por tu culpa.
Hizo un leve movimiento con la cabeza y siguió escribiendo sin volver a buscarme en la ventana. Sabe que prefiero no saber sus sentimientos.
Agh.
Cuando no sé a qué aferrarme, que sólo me abrace el aire.
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