No me había dado cuenta hasta ahora de cuánto echaba de menos que alguien mirara cómo se aleja el autobús que me lleva casa.
Qué sensación tan agradable.
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Niebla.
Rompía el silencio de la noche con el eco de sus pasos resonando en las calles vacías.
Estaba huyendo de las frases inconexas que chocaban contra las paredes de su cabeza.
Su pelo se balanceaba al ritmo de sus caderas. El vaho escapaba de sus labios de miel y formaba figuras efímeras.
Se ajustó la gabardina y hundió la cara en la bufanda.
Una farola parpadeaba, no había polillas al rededor. Se apagó cuando ella pasó.
Realmente hacía mucho frío para estar sola.
Pronto llegaría a casa y se quitaría los tacones junto a la chimenea.
Sentimientos transformados en palabras que fluyen como la sangre de las heridas. Sentimientos transformados en palabras que se deslizan silenciosos como lágrimas caídas. Sentimientos transformados en palabras que hacen al corazón palpitar, a los labios sonreír, a las manos temblar... Sentimientos transformados en palabras
La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
Rubén Darío
En aquel tiempo yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Juan Carlos Mestre
En esos momentos de encuentro
entre la luna que sale y el sol que entra
las rojas libélulas.
Haiku
~Yo escribo lírica con sonrisas, en prosa.~
Tempus fugit. Carpe Diem
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