Cada noche me llevaba el sabor de nuevos labios a la cama. Y tú, que no te habías llevado ni un sólo beso, seguías a mi lado cada mañana.
Corazón y Mente seguían sumidos en su pulso permanente.
Miedo me ahogaba y me repetía al oído esas palabras desagradables: ¿le quieres a él? ¿o quieres que te ame?
Una y otra vez. Duda, sentada en mis labios, no me dejaba decir nada en claro.
¿Y si no soy capaz de quererle como se merece?
¿Y si hoy lo elevo hasta el cielo y mañana lo dejo caer hasta el subsuelo?
"Esas cosas pasan"
Entonces, caigamos sin retorno sin pensar en el final.
Aceptas el riesgo, pero...
Tendrás que aprender a esperarme, porque raramente soy puntual.
Tendrás que saber que a veces puedo llegar a ser caprichosa.
Tendrás que saber cuánto necesito. Es extremadamente fácil atosigarme. Pero también lo es dejarme morir por hambre de amor.
Tendrás que explorar cada uno de los rincones de mi cuerpo, conocer cada uno de mis lunares (sí, el del ombligo, y ese otro de la espalda, también). No te olvides de las cicatrices...
Tendrás que aprender a interpretar cada una de las sonrisas que regale al cabo del día... Saber cuándo pido un beso sin palabras...Saber que cuando lloro, no tengo por qué estar triste.
Y además, aprenderás el significado de las despedidas en una estación. Aprenderás a odiar los autobuses.
Por mi parte, te enseñaré todo lo que puedo dar.
Pero a cambio, tienes que (re)enseñarme a amar. Porque yo ya olvidé cómo hacerlo.
De momento me has hecho recordar esa sensación de querer detener el tiempo en un beso. Un beso que más que dos labios, son dos corazones.
Gracias por no dejarme sola cuando hacía frío.
No puedo prometerte la eternidad porque soy tan efímera como una flor. Pero puedo prometerte que disfrutaré cada segundo.
Y aquella horquilla que me sujetaba el pelo... puedes quedártela.
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