Que la opinión pública también le tacha de inmoral.
Que merezco algo mejor.
Que merece algo peor.
Que él es el equivocado... que ha decepcionado.
Que ya me he esforzado demasiado.
Que él ha perdido más.
Abandonó el juego, pero no pudo decir "una retirada a tiempo es la mejor victoria"
pero se llevó el dado.
Y mira que había prometido no volver a llorar...
Mi orgullo me hizo derramar más lágrimas. Por suerte, también me hizo mantener la sonrisa.
La rabia de saber que no ha visto los remordimientos que se acumulan en las esquinas de su corazón.
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