La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
Rubén Darío

En aquel tiempo yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Juan Carlos Mestre

En esos momentos de encuentro
entre la luna que sale y el sol que entra
las rojas libélulas.
Haiku

~Yo escribo lírica con sonrisas, en prosa.~
Tempus fugit. Carpe Diem








sábado, 27 de noviembre de 2010

-Mamá, ¿debajo de los paraguas llueve?
-No cariño, por eso los usamos, para no mojarnos.
-Pero en el paraguas de esa chica está lloviendo...
-No digas tonterías.
-¡Que sí, mamá! Le llueven los ojos...
-Déjate de tonterías y entra en casa que hace frío.

Y nadie más pudo ver esa lluvia helada que recorría mis mejillas...

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-Bueno, él nunca ha sido de expresar sus sentimientos... Y supongo que si mantiene ese silencio contigo será porque piensa que puede hacerte daño... Pero, ¿sabes qué? Él no ha quitado tus dibujos ni las fotos de la pared...


Por fin respondieron a aquello que no me atrevía a preguntar, por si la respuesta era más fría que lo que mi sangre podía soportar... Y resultó a la inversa: la respuesta era tan cálida que sentí que mi corazón se derretía bajo la piel...

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-No sabes cuánto me alegro...Bueno, yo no sé lo que él siente ahora, pero tú puedes decir "realmente me ha amado"
Y se quebró mi voz, y los músculos de la cara no fueron capaces ni de mostrar una estúpida sonrisa complaciente...
Pensar que no ha borrado mis marcas de pintalabios de las paredes de su alma...
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Dime, por favor, que sigo viviendo en ti...

Es el típico alivio que da que digan que no has sido rechazada.
Ahora falta que lo digas tú. Pero de momento, toca derramar lágrimas hasta que la contractura muscular se calme. Si algo esta muy dentro, tardará más en salir...

Por otro lado, tengo miedo. Ahora eres tú, pero si rompes la barrera de silencio que has construido, me recordarás al que fuiste tú. Y no quiero pensar que puedo volver a enamorarme de tu voz, que si demuestras que no eres piedra se romperán mis esquemas y volveré a pensar que eres bueno... Me pregunto si habrás hecho bien al sacarte de mí por las malas...

Pero es que duele que no hables. Y puede que duelan tus palabras cercanas, con tus labios tan lejos... Pero creo que prefiero ese dolor... porque si me tus sílabas llegaran a mi oído, estarías tan cerca como yo deseo que estés. Ni más. Ni menos.
...
Ya no tengo miedo.
No tengas miedo tú de hablar.
No tengas miedo de hacerme daño, porque no soy tan frágil como crees.

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