Ni ser tu luz, ni guiarte, ni cargar con el peso de tus problemas. Queda por descontado que tú cargues con los míos.
Por desgracia, a estas alturas, incluso has aprendido a leer besos donde tan sólo había ausencias.
Maldito mi calor. Terminaré por abrasarte.
Ves lo que quieres y no te culpo. Culpo al amor, que no es ciego pero ciega.
¡Dios mío! El mundo está lleno de invidentes que arden por haber querido tocar el sol.
Y mientras me ahogo en mí misma, abraso a otros en abrazos vacíos.
No nos miramos con los mismos ojos así que deja de mirarme...
-Deja de mirarlo tú.
-Tenías que hablar.
-¿Y quién va a hacerlo si no?
-Gracias
Ojalá pudiera borrar los retales de sonrisa que grabé sin darme cuenta en tu retina... Y ojalá supiera desaparecer sin que te dieras cuenta.
Ardiente fuego en que te (me) quemo...
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Uno de mis mayores temores no es que me rompan, que ya me he reconstruido varias veces.
Pero me tiemblan las entrañas cuando destrozo. Mis manos no están hechas para el asesinato.
Uno de mis mayores temores no es que me rompan, que ya me he reconstruido varias veces.
Pero me tiemblan las entrañas cuando destrozo. Mis manos no están hechas para el asesinato.
Cuanto mayor es el precio de un regalo, más miedo me da estropearlo.
Una vez me dijeron: Desde Romeo y Julieta nadie muere por amor... y eso fue una leyenda...
ResponderEliminarPues eso, tu asesinato es ficticio o en cualquier caso, tiene el atenuante de la no intencionalidad, así que, como mucho, homicidio.
En cuanto a los regalos, por supuesto que tienen un precio, como cualquier halago a nuestra vanidad, así que, a veces, conviene devolverlos antes que se vuelvan en nuestra contra.
El amor ciega sí, para bien o para mal, pero es un precio que pagar en ocasiones.
ResponderEliminarCreo que siempre se teme lo que más se quiere. El riesgo es mayor, la recompensa también...
Saludos, que tengas un buen día!
=)