Articulaba las palabras en su mente, mientras miraba el trozo de cielo que se abría paso entre los tablones de madera. Estaba cansada de ensuciar el suave y transparente corazón del chico con sus manos manchadas de quiensabequé sin malas intenciones.
Quizá fue la noche abierta la que le trajo la solución, quizá fue el viento helado (que helaba hasta los suspiros) o quizá fueron todas esas lágrimas que bajaban ardiendo en rabia desde sus ojos derrotados. ¿Por qué aunque él le declarara y reclamara que no tenía mayor importancia ella seguía con ganas de esconderse del mundo? Ya había comprendido que los hechos no eran un vaso de agua en el que ahogarse. Y entonces ¿por qué?
¿Por qué? Porque no bastaba con tu perdón. Me hace falta perdonarme a mí misma. No es que tenga pánico a hechos concretos, es que tengo pánico a hacerte daño a ti, ahora que me he enamorado.
Es frustración de ver las repeticiones una y otra vez, y es el pánico a que puedas cansarte de "los detalles sin importancia"
Es un miedo horrible y no sé si tiene cura.
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