La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
Rubén Darío

En aquel tiempo yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Juan Carlos Mestre

En esos momentos de encuentro
entre la luna que sale y el sol que entra
las rojas libélulas.
Haiku

~Yo escribo lírica con sonrisas, en prosa.~
Tempus fugit. Carpe Diem








lunes, 5 de septiembre de 2011

Consecuencias de una discusión

Se sentó a escribir. Escribir sobre los problemas ajenos, porque los suyos se le enredaban en los dedos y le impedían toda acción que no fuera temblar. Y una vez hubo escrito sobre lágrimas que no eran las suyas, recordó todas las que había derramado minutos antes.

Que tú no tienes que darle explicaciones de nada a nadie.
Pero necesito que él me apruebe tal y como soy... y para ello debo ser transparente, como el agua.
Y aún así, había decidido desnudarse delante de él, mostrar su verdadera piel. Fue desvelando cada una de sus heridas, con recelo, con cuidado... cada una de las heridas que conformaban su enfermedad.Yacía desnuda, esperando su veredicto, esperando aceptación. Pero no fue así y dolió. Dolió porque pudo escuchar el rechazo directamente de la voz del muchacho: le desagradaron lo que ella había convertido ya en cicatrices. Dolió porque ella estaba orgullosa de haber pasado página, de mostrar que había decidido que la sangre ya no correría más por esas heridas... y sin embargo había abierto una nueva en la piel extraña.
Que la esperada aprobación se convirtió en un reproche. Y dolió tanto, tanto, que se quedó sin palabras.
Colgó el teléfono y se acurrucó, muerta de miedo, muerta de frío, muerta de soledad en aquella infinita cama.
Abrazada a un osito de peluche y envuelta en una manta, lloró y lloró hasta quedarse sin nada que llorar. En posición fetal, para dar la espalda a los recuerdos.

Desde aquella pequeña esquina de la cama, el resto del mundo parecía inmensamente grande. Y ella estaba demasiado sola. Se quedó observando la nada tanto tiempo, que pensó que dormía con los ojos abiertos. La diferencia era que esa vez no había soñado. 

Y pensó "Y qué cojones estoy haciendo aquí y no con él." Saltó de la cama, poniendo los pies en el suelo. Era ahora o nunca.





No hay comentarios:

Publicar un comentario