La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
Rubén Darío

En aquel tiempo yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Juan Carlos Mestre

En esos momentos de encuentro
entre la luna que sale y el sol que entra
las rojas libélulas.
Haiku

~Yo escribo lírica con sonrisas, en prosa.~
Tempus fugit. Carpe Diem








sábado, 14 de mayo de 2011

All that Jazz

No te atreves a salir pero alguien te empuja. Has salido de las bambalinas y no puedes volver a esconderte. Te diriges a tu posición. Desde que saliste, no has apartado la mirada de la punta de tus zapatitos negros. Una leve luz te baña y te deja ver qué hay más allá. Diriges la vista al público expectante, te abrumas y vuelves a esconderte en tus zapatos. Una segunda vez, vuelves a levantar la cabeza y descubres infinitas miradas en la inmensa oscuridad que parecía vacía.

Poco a poco, los demás van llegando y aunque sigues sintiendo miedo, te sientes acompañado... Piensas en todas las mariposas presentes en ese escenario, dentro de cada uno. Revolotean y se contagian unas de otras...
Pensé en mis libélulas. ¿Serán capaces de encajar entre tantas mariposas y de contagiarse igual que ellas?
¡Qué emoción!

Ya todos ocupan su lugar... Incluso el director, que da la señal.
La función comienza.
Transformamos nuestros respectivos insectos en voz. ¡Miles de mariposas y libélulas volaban ahora por la sala! Salían de nuestras bocas y llegaban hasta el más recóndito lugar los corazones que nos observaban.
Pude ver la música.

Mi voz, mi pequeña voz con su pequeño registro, de sol a sol, entre tantas y tantas otras.
Una continua conversación entre sopranos, contraltos y bajos. Una hermosa conversación.

Sentirse parte de un todo. Encontrar un lugar. Situar tu voz.
Y cantar, sobre todo cantar. Porque tenemos mucho que decir y por lo que luchar.

¡THAT JAZZ!

Última nota... y lágrimas que acuden a los ojos. Ya está, se ha acabado. Todo el mundo en pie, aplauden entusiasmados. Las luces se encienden. y saludamos. Reímos e incluso lloramos.
Aquí culmina el trabajo de todo un año de ensayos, de ponerse de acuerdo, de organizar, de nervios tras las bambalinas, de aplausos y sobre todo... de Jazz. Mucho Jazz.

Sólo puedo decir gracias.

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