La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
Rubén Darío

En aquel tiempo yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Juan Carlos Mestre

En esos momentos de encuentro
entre la luna que sale y el sol que entra
las rojas libélulas.
Haiku

~Yo escribo lírica con sonrisas, en prosa.~
Tempus fugit. Carpe Diem








viernes, 30 de diciembre de 2011

El Amor (II)

El síntoma más evidente es la sonrisa permanente dibujada en los labios.
Aunque también los suspiros constantes, la risa fácil. Unos ojos que miran mucho más profundo.

Eso es, me miro a mucha más profundidad y me doy cuenta que hace rato que siento cosquillas dentro del pecho.
Dice el doctor que lo que tengo son mariposas en el estómago, pero yo sé que no es así.
Lo que yo tengo son libélulas, y están dentro del pecho, no en mi vientre.

Es su rápido aleteo chocando contra la pared interior de mi piel lo que me hace reír. Frágiles y delicadas alas transparentes colisionando y doblándose en ese habitáculo de color rojo oscuro.
Millones y millones de pequeñísimas pompas de jabón de todos los colores estallando dentro de mí, ese es el tacto. Millones y millones de flores microscópicas floreciendo al mismo tiempo, con sus suaves pétalos acariciando mi interior. Incontables plumas minúsculas de ave fénix, que calientan y arrullan a la vez. Hojas de Otoño casi invisibles por su tamaño, que se rompen y crujen.Qué cosquillas.
El tacto de sus labios sobre los míos, ése es mi preferido.
Son pequeños mordiscos de las libélulas que nacieron en la primavera, que todavía dura.



Es así como yo siento un corazón que se ha enamorado.

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