Simplemente, mirarse en el otro. Durante horas. Y apenas sin hablar, porque nos sobran las palabras.
Que fueras lo último que viera antes de dormir... y lo primero al despertar.
Y no me importa el dolor de mejillas, si por cada sonrisa que te dedique, me regalas otra.
Que lo que quiero es hacerte feliz, al fin y al cabo...
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