Pero como el mundo es muy abstracto y no puedo cargar sobre él, termino enfadándome contigo, por no estar cuando yo estoy.
Y es entonces cuando apareces con tus palabras, siempre justas, siempre comprensibles, siempre irrefutables, para refutar todos mis esquemas, derrumbar el enfado y mi egoísmo y ver que en realidad, sólo te echaba de menos. Demasiado.
Son dos relojes que se buscan entre horas, pero sus minutos no coinciden.
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