La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
Rubén Darío

En aquel tiempo yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Juan Carlos Mestre

En esos momentos de encuentro
entre la luna que sale y el sol que entra
las rojas libélulas.
Haiku

~Yo escribo lírica con sonrisas, en prosa.~
Tempus fugit. Carpe Diem








sábado, 26 de noviembre de 2011

Pequeñita

Y se siente pequeña y se pone nerviosa. Cree que le temblará la voz e intenta decir lo menos posible, aunque en realidad, tampoco se siente capaz de articular grandes frases porque él la mira, la está mirando; de hecho, están conversando. Ahora que lo pienso, pocas veces aguanta sus ojos clavados fijamente en ella. Porque es así como él habla. Sin rodeos, sin palabras innecesarias, directo al alma. Y cuando es preciso, calla. Y no es que calle demasiado tiempo, es que es necesario ese silencio. Pero eso ella no lo entiende hasta que se han alejado varios metros y se esmera en hablar y hablar y repetir frases torpemente por no escuchar que no se dicen nada. Se despiden con dos besos esta vez. ¿Con dos besos? Se convierte en piedra unos instantes y luego sonríe, aún con el vello de punta, que ella esperaba la simple despedida de siempre.

Volvió con una sonrisa a casa, aquella inocente e inexperta niña...

Me río de sus torpezas pero en realidad, no me queda más remedio que quererla.
Esta pequeña e inexperta...

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